Los perritos son de esas mascotas únicas que te conquistan y te roban el corazón con cada travesura que hacen. Sin duda, cada perrito tiene algo especial que lo hace diferente al resto de su misma especie.
Esta vez nuestra protagonista es Katana, una Shiba Inu de 8 añitos. Su dueño Kyle Rohrig la llevó al Sendero de la Florida a una caminata de más de 1700 kilómetros, un reto desafiante para una perrita con una condición muy especial.
Su dueño realizó la mejor prueba de paciencia y perseverancia.
La dulce perrita ya era una excursionista experimentada cuando comenzó a perder la visión. Su dueño y ella estaban acostumbrados a conquistar grandes senderos, ya habían realizado una caminata de 3500 kilómetros y estaban por realizar su mayor desafío, una caminata de 4200 kilómetros del Pacific Crest Trail cuando el glaucoma invadió su ojo izquierdo.
Una enfermedad que no limitó a Katana.
En vista de ello, la pareja de excursionistas se vio obligada a abandonar la ruta para que la tierna Katana pudiera ser operada. Solo después que el veterinario autorizó que podía realizar sus actividades, el duo regresó para terminar la ruta.
Todo es posible si se tiene a un compañero ideal.
Sin embargo, algo cambió en Katana, a los pocos años fue inevitable que perdiera la visión en su ojo derecho y con ella la personalidad confiada y segura de la perrita. Rohrig afirma que ahora es cautelosa, tímida, e insegura.
Un mínimo gesto puede transformar la vida de un perrito.
Su dueño confiaba en las habilidades de su perrita, sabía que podía memorizar el diseño de una casa y vivir el resto de sus días cómodamente. Rohrig se negaba a creer que todas sus aventuras habían terminado, así que diseñó un plan para ayudarla recuperar su confianza.
“Estuve atento a la ruta de la Florida durante un par de años, pero nunca hice planes oficiales para escalarla. Después de que Katan se quedó ciega, pensé que sería el camino perfecto para ayudarla a aceptar sus nuevas circunstancias”.
La fiel pareja inició la caminata el 8 de enero, el hombre calculó que les tomaría entre dos o tres meses hacer el recorrido hasta Fort Pickens. El sendero no estaba en las mejores condiciones, había mucha humedad y barro, incluso tuvieron que atravesar pequeños pantanos. Sin duda, una ruta difícil para conquistar.
Para Katana y su fiel dueño no hay límites para superar cualquier desafío.
La tierna perrita se atrevía a caminar 2 o 3 kilómetros por día. Cuando el sendero no estaba en las mejores condiciones Rohrig montaba a la tierna Katana sobre sus hombros y mochila. Ella parecía descansar muy cómodamente como si estuviera en su cama o en el sofá.
“Ella amaba cada segundo la libertad y poder explorar nuevos lugares. Realmente creo que es el sueño de todos los perros”.
A pesar que Rohrig cargó a Katana por más de 1200 kilómetros, el hombre notó que el perrito temeroso con el que inició la ruta no era el mismo con el que llegó a la meta. Para Rohrig fue emocionante y satisfactorio ver que su amada perrita logró hacerlo tan bien. Aquellos días de nostalgia quedaron en el recuerdo, ahora tiene nuevos retos y aventuras por descubrir.
“No sé exactamente cómo lo hizo, pero podría guiarme por el sendero a la perfección, sin chocar con un solo obstáculo, teniendo en cuenta cada giro y siguiendo el rastro. Katana pasó de ser cautelosa y tímida a confiada y segura”.
Katana ahora lidia con sus nuevas circunstancias con otra actitud. Disfruta de la vida sin miedo y sabe que su dueño está ahí para apoyarla. Qué bueno por este hombre que insistió en hacer feliz a su mascota.
Ayúdanos a compartir la nota para que el mundo sepa de esta conmovedora historia, y entendamos que todos los perritos pueden alcanzar sus sueños sin importar los límites físicos que tengan.