Laurie Wolf, una fotógrafa amateur de vida silvestre de Jupiter, Florida, salió una mañana de marzo a su patio trasero para vigilar las casas para pájaros, también conocidas como «cajas nido» que había colocado.
De repente, vio que una madre pato de madera movía uno de sus huevos de una caja a otra.
«La caja de la que lo sacó había sido atacada por algo», dijo Laurie.
Entonces tenía sentido que la madre hubiera tomado uno de sus huevos para protegerlo, dentro de lo que parece una actitud habitual en estos animales: no poner todos los huevos en la misma cesta para garantizar la supervivencia de la especie.
El pato joyuyo (Aix sponsa), también conocido como pato de la Florida anida en las cavidades de los árboles
La fotógrafa no alcanzó a ver a qué caja exactamente la madre movió su huevo, pero confiaba en que estaría bien y no le dio más importancia. Hasta que un mes después, la visión más extraña como adorable capturó su atención.
Wolf recordó que el día en que la pata movió su huevo, una lechuza también se había movido a una de las cajas. Pero jamás se imaginó que lechuza y huevo habrían estado conviviendo juntos todo ese tiempo.
Hasta que vio aparecer sus dos cabezas y se quedó sin aliento
En un inicio, Laurie había pensado que la lechuza tenía a sus propios polluelos incubándolos. Pero al acercarse y ver que en realidad era un patito, entonces temió por la vida del pequeño debido a la condición de depredadora de la lechuza, pero luego se dio cuenta que lo que estaba viendo era nada más ajeno a eso.
«Cuando los vi no sólo descubrí que el bebé ya había salido de su cascarón, sino que además junto a él la madre «sustituta» búho lo vigilaba y lo abrigaba», comenta Laurie.
De alguna manera, la lechuza debió haber sabido que el huevo solitario necesitaba ayuda, por lo que ella se preocupó por el huevo y eventualmente lo incubó y lo protegió hasta que pudiera encontrar el camino de regreso a su familia.
«Los dos parecían increíblemente cómodos juntos mientras se acurrucaban el uno al otro en la puerta de la caja, y ciertamente era una imagen que creo que no la volveré a ver más en la vida», exclamó la fotógrafa.
«Los dos estaban sentados uno al lado del otro, no es creíble. Hasta hoy no es creíble para mí», dijo Wolf. «Lo estaba criando como si fuera propio».
Los patitos de madera generalmente dejan sus nidos 24 horas después de la eclosión, después de que escuchan a sus padres llamándolos.
Wolf observó durante los siguientes 30 minutos mientras el patito y la lechuza aparecían y desaparecían juntos. El patito no hacía más que alertar con sus ruidos, hasta que finalmente sus padres preocupados escucharon sus gritos.
«Asumimos que sus padres también se hicieron escuchar porque de repente el pequeño saltó de la caja e hizo una línea recta hacia nuestra valla trasera y el patio de nuestro vecino donde hay un estanque y hemos visto a los patos de madera adultos», dijo Wolf.
Las vidas del patito y la lechuza lamentablemente se separaron, pero sólo para que el bebé estuviera de regreso a su familia. Y todo gracias a que tuvo a la mejor madre sustituta mientras lo necesitó.
«A pesar de que los huevos de un búho y un pato se ven completamente diferentes, no se comprende por qué los padres no se dan cuenta de que están ayudando a incubar una especie que no es la suya», dijo por su parte un experto en aves.
Es una maravilla que esta fotógrafa haya podido ser testigo de este gran acto de amor y que haya tenido la suerte de documentarlo. Compártelo para que seamos conscientes de cuánto tenemos que aprender de los animales, sólo merecen nuestro respeto y admiración.