Daria Pushkareva era una de las fotógrafas más conocidas en Rusia. Trabajó en la realización de películas y luego se especializó en fotografiar bodas. Sin embargo, a pesar del enorme éxito que tenía en su carrera, no podía evitar pensar que había algo que faltaba.
Daria había vivido toda su vida en la ciudad de Moscú.
Daria quiso explorar el mundo de la fotografía porque trabajar en los set de filmación era muy agotador y tenía que hacer turnos de hasta 15 horas. Una vez que se convirtió en una de las fotógrafas de boda más solicitada en todo el país, se dio cuenta de que este trabajo también estaba consumiendo cada parte de su vida y que nunca tenía vacaciones para descansar.
“Me di cuenta de que era adicta al trabajo”
Fue entonces cuando recordó su sueño de la infancia: tener un refugio para perros. Daria creció en un hogar muy modesto y nunca pudo tener una mascota, pero siempre procuró ayudar en alguna forma a los perritos más necesitados. Comenzó a trabajar como voluntaria en el poco tiempo que tenía y antes de darse cuenta, su esposo y ella ya habían rescatado 6 perros.
Daria hacía voluntariado buscando hogares temporales para los perros.
Su primer perrito fue un hermoso cachorro al que le faltaba un ojo y nadie quería hacerse cargo de él. Se fueron encariñando con los perros enfermos o con problemas de comportamiento, a los que nadie más quería darles una oportunidad. Daria sabía que con amor y dedicación podía darle a esos perritos la vida que se merecían.
“Ahora siento que no estoy perdiendo mi tiempo y que mi vida tiene significado”.
Cuando se encontraban a punto de rescatar a su séptimo perrito tuvieron que enfrentar un dilema. El perro tenía problemas de comportamiento, era agresivo y todos los veterinarios les recomendaban que lo mejor sería sacrificarlo. Ellos no querían rendirse. Tras varias pruebas comprobaron que el perro tenía un trauma craneocerebral que le causaba espejismos y un comportamiento agresivo.
“Pregunté si había algo que podía hacer para hacer feliz al perro y el veterinario dijo que lo mejor sería entregarlo a un lugar fuera de la ciudad con mucho espacio”.
En lugar de entregarlo decidieron cambiar sus vidas. Unieron todos sus ahorros, hicieron algunos préstamos y compraron un casa de campo en las afueras de Moscú. Abandonaron sus trabajos para dedicarse a tiempo completo a decenas de perritos.
“No lo considero un refugio. Incluso me ofendo si alguien lo llama así. Son nuestros perros, los amamos. No planeamos entregarlos a nadie”.
Antes de darse cuenta el número de perros había sobrepasado los cien e incluso abrieron sus puertas a algunos zorros y mapaches para evitar que alguien más utilice su piel para convertirlos en abrigos.
“Dijimos adiós a nuestro cómodo estilo de vida y estamos felices”.
Celebramos este gran cambio en la vida de Daria. Logró encontrarse a ella misma y además salva la vida de muchos animales.
Te invitamos a compartir esta nota para apoyar a Daria en este inspirador estilo de vida.