Sin duda todos tenemos personas especiales, que bien sea por experiencias o sentimientos compartidos, las consideremos como de nuestra familia y les guardamos un rincón especial en nuestro corazón a pesar de que no exista un lazo sanguíneo. Y, por supuesto, los animales no son la excepción.
Esta es la conmovedora historia de Charlie y Piper, quienes se reencontraron después de varios años. Y a pesar del tiempo, la conexión entre ellos fue como cuando se vieron por primera vez.
Kristina Helfer, la dueña de Piper, en el 2015 trabajaba en el Liberty Humane Society, allí conoció a Charlie. Apenas era un cachorro que acaba de ser dejado ahí por sus antiguos dueños como a muchos otros perros.
Sin embargo, Kristina notó que Charlie era un cachorro que ciertamente necesitaba más atención que otros y pensó que el ambiente caótico del albergue lleno de tantos perros podría serle perjudicial. Así que decidió llevarlo a casa y criarlo un tiempo hasta que estuviera listo para ser adoptado.
Una vez en casa, la conexión entre Piper y Charlie fue instantánea.
«En el momento en el que se conocieron, Piper se convirtió en su madre”, dijo Kristina.
No era la primera vez que a casa llegaba un cachorro del albergue que necesitara un ambiente más tranquilo. Piper siempre se mostraba más bien indiferente con cada nuevo perro que llegaba, pero Charlie fue una completa excepción.
Llegaron incluso a un punto que Kristina no había visto antes. Ya que luego de más o menos un día, Charlie estaba intentando amamantarse de Piper.
“Lo que significaba que probablemente lo habían separado de su madre muy pronto”, dijo Kristina. La escena la conmovió de verdad.
«Era algo muy especial de ver. Hasta ese punto, Piper toleraba a nuestros huéspedes adoptivos temporales, pero en realidad no había una relación amor con ninguno de ellos. Charlie fue uno de esos pocos que podrías decir que Piper amaba. Hay algo especial en ese perro”.
Después de un mes, Charlie ya estaba listo para ser adoptado. Fue un mes de mucho crecimiento para él que lo dejaría preparado para la nueva etapa que se venía en su vida ahora en un nuevo hogar. Afortunadamente, su nueva familia lo recibió con los brazos abiertos y le dieron todos los cuidados que necesitaba.
Kristina continuó llevando a casa más cachorros que considerara que necesitaban de su ayuda y, por su puesto, de la de Piper. Ella dice que han sido alrededor de unos 50, y aunque algunos han simpatizado con Piper, ninguno como Charlie.
«Charlie amaba acurrucarse y jugar con Piper, y además se sentaba constantemente en su cabeza”, dijo Kristina. “Él literalmente se iba encima de ella cuando se echaba y se sentaba en su cabeza. Él hacía eso varias veces al día y su reacción (la de Piper) siempre era como, ‘Eh, está bien. Como sea’”.
Para fortuna de nuestros dos amigos caninos, Kristina siempre mantuvo contacto con la nueva familia de Charlie. Y gracias a eso se lograron reencontrar.
«Tan pronto como se vieron, podrías decir que ellos sabían. Ellos claramente se recordaban. Piper realmente quería correr y jugar con él, y todo lo que Charlie quería hacer era lamerle la cara y la cabeza. Él estaba lamiéndola y limpiándola incesantemente. Era como si nunca se hubieran separado”.
Una vez más podemos ver la fortaleza de los lazos que los perros son capaces de crear con aquellos a quienes aman, sean humanos o perros. Lazos que el tiempo no puede romper y que los conectan por siempre.
¡Comparte esta conmovedora historia a todos tus seres queridos, en especial a aquellos que tanto quieres, pero que están lejos, para que vean que eres tan cariñoso y fiel como lo puede ser perro!